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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Reflexiòn 2010

12 meses màs, 12 uvas màs. Un año màs.

Tantas cosas han ocurrido en un periodo tan corto. Tragos dulces y tragos amargos. Luz y oscuridad.
Iniciè este año con el presentimiento de algo a superar, de que si bien no iba a ser fàcil iba a ser bueno. Conforme fue avanzando el tiempo descubrì muchas cosas:
Conocì muchos nuevos amigos y conocì nuevas partes de los viejos. Confirmè que un abrazo ayuda a calmar a quien huye de sì mismo y puede romper cadenas. Me sentì fuerte y valiente, descubrì un nuevo pasatiempo y volvì a ver a alguien que tenìa mucho sin ver.
Invente un juego muy entretenido para una persona muy especial. Recibì ayuda para poder llevar ese juego a cabo.
Pase tiempo con mis seres queridos, me acerquè a mis amigos, descubrì un nuevo talento, me tuve que despedir màs solo por un tiempo. Tuve que volverme un poco dura y aprendì a perdonarme a mì misma.
Redescubrì una de mis mayores pasiones.
Avancè, mejorè con respecto a mi misma.
Creì que tuve que ponerme una màscara. Y por poco casi me quedo atrapada en ella.
Descubrì que a cada segundo se puede amar màs y màs. Y que el tiempo sòlo es una invenciòn de los humanos.
Me di cuenta de que siempre van a estar allì esas personas que te quieren, y que uno nunca està solo.
Y ahora quiero disfrutar todo lo que viene y beberme cada segundo como si fuera un instante infinito.

A todas las personas que han formado parte de èste año les agradezco desde lo màs profundo de mi corazòn por las sonrisas que me han sacado y lo que me enseñaron de mì misma.

Un beso muy grande a todos ustedes. Por favor, disfruten el año que viene.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Alfabeto con amor.

Amor
Beso
Confianza
Dulzura
Éxtasis
Fuego
Gentileza
Honor
Imaginación
Justicia
Kilómetros (a pesar de ellos)
Luz/Libertad
Música
Naturalidad
Opiniones
Pureza
Querer
Risas
Sentimientos
Tiempo
Unión
Vida/Verdad/Voluntad
Wow
Xtra
Y
Zoom ^^

jueves, 2 de diciembre de 2010

La Prueba del Conquistador


Sólo un poco… un poquito más y ya estamos fuera.

Hay ocasiones en las que parece que de pronto, cuando estamos a pasos de lograr nuestra meta, todo se oscurece y comienza una tormenta. Una tormenta terrible y gris, llena de rayos y centellas, de truenos, de caos. Una tormenta con aroma a peligro, una tormenta con visos de derrota.

Inclusive podemos pensar que esto es obra del destino o de Dios (Cualquiera que sea su forma). Lo podemos creer de pronto cruel y traicionero. Podemos gritar que nos auxilie y sentir que le hablamos a la nada. Nos podemos sentir de pronto desolados, vacios, desahuciados.

Sin embargo, a veces es imprescindible observar que a pesar de que la tormenta sea terrible, el viento nos levante como hojas, el agua nos ahogue y el fuego de los rayos nos abrace, el viento nos aligera, el agua nos refresca y el fuego nos calienta. Y la tierra, va a estar allí para darnos la bienvenida cuando regresemos. Siempre hay una luz, aunque sea pequeña, aunque sea producto de los mismo rayos, siempre hay una luz.

Es importante saber que, caigamos lo que caigamos, del suelo nunca vamos a pasar.

En todas las historias y en todas las aventuras, el inicio es algo muy sencillo. Es algo atractivo que tienta a acercarse más... a adentrarse en ese relato épico sin saber que viene más allá. Pero en todas las historias, el final siempre se complica. Al final el o la protagonista tiene que enfrentarse a un peligro o una batalla inmensas.

A veces, esta persona pierde la fe. Sin embargo ahí está ese algo que se la devuelve. Un recuerdo, una reliquia, una lágrima, una sonrisa, un beso, ¡lo que sea! Y al final, con toda la voluntad de quien ha vivido para encontrar su tesoro ¡logra vencer todo obstáculo y triunfa!

Han sido tiempos difíciles últimamente, las cosas no parecen ir tan bien. Estamos en la recta final y sólo nos falta ese último tirón, la ultima flecha, el último estoque para lograr hacernos con aquello por lo que hemos luchado tanto tiempo. Y lo vamos a lograr.

Estas es La Prueba del Conquistador. Y la voy a Superar.

(Inspirado en: Coelho, P. “El Alquimista”, editorial Grijalbo. 1988)

martes, 16 de noviembre de 2010

Detalles

Detalles hay, cosas extrañas
que me traen y me enmarañan
y me suben y me bajan
y me guiñan y me engañan

Lo que despiertas en mí
lo que me hace sonreír
lo que quiero ya sentir
lo que puedo decidir

Lo que fui y tu no viste
Lo que hoy pude creer
Luz templada, calma libre
Luz que nunca imaginé

Lo que pensé y no hice
Lo que hice y no pensé
Lo que oí que me dijiste
Los correos que nunca envié

Lo que creí y lo que creo
lo que pensé y ya no pienso
lo que toco y lo que veo
lo que sentí y lo que siento

Hoy me miro y me detengo
y me nublo y me entretengo
y me hablas y lo intento
y te miro y no te entiendo


(I'm not quite sure this is finished)

jueves, 21 de octubre de 2010

Cardiofonía


Latido tras latido el corazón marcha sin detenerse. Esta vivo y lo grita a los cuatro vientos (quizá más, si es que los hay). Y eso se siente bien. A veces late lento, otras veces rápido, dependiendo de la situación. En ocasiones pienso que se queja por hacerle pasar muy rápido de un estado al otro, pero sé que al final, el motivo le agrada.

Los corazones también hablan, aunque… vaya que a veces es muy difícil oírlos. Hablan de historias e ilusiones, hablan de alegrías y tristezas, hablan por hablar, hablan con sentido. Cuentan secretos, cantan canciones. Se divierten y disfrutan. Pero también, a veces los corazones lloran y sufren, y no les gusta, pero puede ser necesario.

(Los corazones de poeta, en ese aspecto, son extraños. Parecería como si sintieran con más intensidad que le resto. Pero ¿quién sabe? Creo que todos tenemos, en parte un corazón de poeta).

Los corazones hablan por los ojos de las personas. Los ojos son la ventana al alma… y hay almas que son divinas. Almas en las que hay un corazón alegre o enamorado, o incluso triste pero esperanzado. Muchas veces los corazones hablan de Amor.

El corazón suele decir cosas importantes.

Me gusta escuchar a mi corazón, porque me guía. Me gusta escuchar al corazón de mis personas amadas ya que así puedo ayudarlos en lo malo, y compartir la felicidad en lo bueno.

Me gusta acercarme suavemente y escuchar los latidos de esos corazones, “Bum-bum, bum-bum” porque así me recuerdan que estamos vivos.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Catas


Probar, degustar lo resistible o lo irresistible, intentar. Palabras básicas. Oficio de todos, arte de pocos. Una obligación a veces, pero eso depende de cada persona. No todo catador es un artista, pero todo artista es un catador.

Los catadores diferencian lo bueno de lo malo, lo alto de lo bajo, lo peregrino de lo común. Y es que hay catadores de todo.

Existen los que catan los vinos, los que distinguen entre aroma, cuerpo y sabor lo que está bien y lo que está mal. Sin embargo corren un curioso peligro, pueden tener la fortuna (buena o mala) de probar el vino malo o el amargo.

Hay otros que catan venenos. Oficio peligroso. Entrenados la vida entera para detectar el más mínimo detalle, la más pequeña nota de toxicidad en la comida o en la bebida. Inmunes quizá a alguno que otro. Interesante, riesgoso… quizá divertido. Una apuesta alta por proteger.

Pero en estos casos los sinsabores tienen su lado bueno. Es posible que un catador de vinos desprecie un caldo amargo, sin embargo, un artista puede inclinarse a pensar que ahora entenderá mejor el buen vino y le sabrá mejor.

Un catador de venenos puede enfermar, o hasta morir y maldecir todo el curso de su padecimiento (o inclusive, más allá de éste mundo) el oficio al que se dedicó y que seguramente tantas victorias le habría otorgado. Sin embargo, es posible que un artista admita, aunque ello cueste su vida, que la sustancia que le daño era, per se, una obra maestra.

Catadores hay de todo, artistas también, pero son pocos.

Y… ¿los que catan la vida?

La vida es algo impresionante, un instante y una eternidad, una poción magistral, un elíxir sublime, un veneno fabuloso. Todo y nada, espacio y tiempo, sonido y oscuridad, armonía y caos, luz y silencio.

La vida es una de las mejores cosas a catar. Tiene ratos deliciosos, exquisitos, embriagantes. Esos momentos en los cuales la existencia parece una eternidad y todo lo demás se detiene. Existen esas ocasiones en las que el cuerpo vuela, el alma vibra, la mente disfruta y el corazón se libera. Existe el Amor.

Pero también tiene su lado amargo. Existen las lágrimas y el dolor, la tragedia, las ganas de olvidarlo todo, de terminarlo todo, de sacarse el corazón y lanzarlo lejos. Las ganas de que todo se esfume y el frío glacial, el hielo en las venas. La sensación de que la sangre se congela y el pulso se detiene.

Los artistas de la vida, aunque duela pueden entender que inclusive la tragedia contiene poesía y belleza. Porque de la tragedia se puede inventar algo nuevo, se puede luchar, se puede salir adelante, se pueden sacar fuerzas, se pueden tejer esperanzas.

Muchas veces los oscuro ostenta una hermosura increíble, una belleza exótica, difícil de entender… no tan complicado de sentir.

El arte no se razona, se siente. Y se disfruta.

No hay que preocuparse ya que entre las obras más bellas de este mundo están las que hablan de alegría, de Amor y de tragedia.


Imagen de http://chefsblade.monster.com/

martes, 3 de agosto de 2010

Observaciones (No terminado)

Es una noche agradable, llena de un je ne sais qoui inquietante. Tu mirada luce distante, perdida en los laberintos más oscuros que pueden existir en la mente, a pesar de que hace pocos minutos intentabas fingir que observabas atentamente los adoquines de la pequeña plaza en la que nos encontramos. A tu lado reposa una taza de chocolate, ya helado, suplicándote que lo bebas antes de que el mesero lo retire y cambie su destino de tu boca a un triste lavabo.
Miro bien tu rostro. En el parece haber escritas tantas cosas. Tantos sentimientos, tantos pensamientos. Eres curioso ¿sabes? Eres como un libro abierto a mis ojos. O quizá sea yo quien aprendió a leer los símbolos escritos en ese libro, antes tan extraño...

lunes, 5 de julio de 2010

El corazón del Poeta.


Soplaba la brisa calma

la luz temblaba inquieta

la luna clara observaba

el corazón del poeta


Las estrellas sonreían

y la lluvia acariciaba

y los mares suspiraban

al corazón del poeta


Y los guijarros cantaban

y los pájaros callaban

y los árboles danzaban

con el corazón del poeta


Y las risas se anidaban

y los sueños florecía

y la alegría, feliz, bailaba

en el corazón del poeta


Y las lágrimas brotaban

y la música sonaba

y de ilusión se anegaba

el corazón del poeta


Y las flores se engalanan

y los cielos se liberan

al mirar la dulce amada

del corazón del poeta

sábado, 19 de junio de 2010

Para una rosa

Hija de la vida de la luna
que magnífico tu halo portas
teñida del color de la sangre
de la pasión y del corazón que en el fondo llevas.

Brilla discreta sin opacar lo demás
que tu belleza sea sutileza
y tu aroma perfume de secretos
mientras susurras a los oídos del viento las palabras de un delirio

Princesa consentida entre tantas
Dama preferida de los amores
tiempo atrás te fue entregada una tarea
por un loco ¡Un enamorado!
Y hasta ahora, divina señora,
en tus petalos delicados y tu aire somnoliento
revelas lentamente, sólo al oído de quien debes,
el sentir que te fue confiado con tanto sigilo

Ahora, mi niña querida ¡Yerguete espléndida, magnífica!
como sólo tú eres
y ufánate de que portas
entre esos pétalos de rosa
el color de los placeres

De la sangre del poeta
con que escribe vivas letras.
Del corazón enamorado
que todo por tí lo ha dado.
De la pasión desmedida
que jamás tiene salida.
Del amor, el simple amor
que me inunda el corazón.

Y dile a tus hermanas
la de la blanca pureza y la de solar alegría
que celosas no han de estar, no.
Pues cada una posee su propia belleza.

Pero que ésta poeta
está cegada por Cupido
y no sabe lo que ha escrito
y no pretende corregirlo

Ahora, bella, hermosa
canta con tu dulce vida
los secretos deseos de un corazón

Y no te preocupes, preciosa
por que entre tus grandes tesoros
se encuentra el divino fuego
¡que es el que enciende todo!

domingo, 6 de junio de 2010

Las alas del tiempo


Esa noche, en sueños, llegué a un misterioso lugar lleno de luces extrañas y nubes de colores imposibles de describir si lo intentara. Entré a cuartos magníficos, imposibles de existir. Observé que había aves sin jaula. Aves de todo tipo, desde el mágico Fénix hasta algo que no creo poder conocer mientras esté viva.

Avanzando fui, por momentos despacio, por momentos rápido, asombrada con el espectáculo que a mis ojos se ofrecía. Seguí andando y cuando pase por una cascada que caía tan lento que estaba casi detenida se quebró el suelo. Grité. Caí.

Después de que pasara el primer susto me di cuenta que estaba flotando... ¿flotando? pero ¡¿cómo?! Miré hacia arriba. No había ni rastro del agujero por el que había caído, y mucho menos ruinas del palacio en el que hasta entonces había estado. Me desesperé, me angustié y comenzaron a asomar lágrimas a mis ojos. Entonces, una voz, proveniente de todos lados, me dijo:

— No te asustes. No pasa nada malo.

— Pero ¿Qué...?

— Has estado caminando en la residencia del tiempo. Te pido una disculpa. La mansión suele desmoronarse cada dos por tres. Estarás caminando en ese palacio de nuevo en poco tiempo. Aunque, claro, eso depende.

— ¿De qué depende?

— El tiempo es relativo.

— ¿Y qué se supone que haga mientras tanto?

— Un poco más a tu izquierda hay río, puedes ir y observarlo. Es posible que te interese.

Perpleja por aquello que me decía una voz desconocida, decidí caminar hacía donde se me había señalado. Tras caminar un rato llegué a las orillas del río. Me incliné para observar y me llevé el susto más grande de los que me había llevado hasta ahora.

Había un río, sí, pero no corría agua en él sino que cada parte de mi vida iba desfilando llevada por una corriente extraña.

Después de estar allí, hipnotizada por mucho tiempo (aunque eso depende) tuve el valor de preguntar.

— ¿Estoy viendo mi vida?

— Sí — Me contestó aquella voz que parecía provenir de todas partes.

— ¿Me voy a morir?

— No, no tienes por qué.

— ¿Estoy soñando?

— Sí.

— Entonces todo esto no es real.

— Eso depende. Como el tiempo, la realidad es relativa.

— Me puedo despertar.

— Tú decides. Pero, personalmente, yo no me despertaría aún. No todos tienen la oportunidad de charlar con el Tiempo alguna vez en su vida.

— ¡Pero si me acabas de decir que estoy soñando!

— Los sueños no son siempre ilusiones, y eso lo sabes mucho mejor que muchas personas, Xienty.

Eso era cierto.

— Estas viendo tu vida y estás hablando con el tiempo. Anda, sé un poco curiosa y pregunta.

— Bien ¿Por qué cuando estoy aburrida el tiempo me pasa lento y cuando lo estoy pasando bien todo se termina muy pronto?

— Porque cuando estás aburrida quieres salir de esa situación. Eso hace que la percibas como algo tedioso que nunca va a terminar. Cuando lo estas pasando bien, estás tan ocupada con otras cosas que no te concentras en el tiempo así que cuando termina reparas en que nunca te diste cuenta como pasó este último. Sin embargo, las dos situaciones, tanto la desagradable como la agradable terminan ¿no es así? El tiempo pasa ¿no es cierto?

— Es verdad. Pero... entonces eres relativo... pero... si pasas para todo y todos... eres absoluto. ¿Absoluto y relativo? ¿Cómo?

— El tiempo pasa. Eso es una ley inquebrantable. Cada uno lo ve diferente. El tiempo es absoluto para sí. Es relativo para todo lo demás. ¿Recuerdas la cascada?

— Sí.

— Te pareció lenta ¿no es verdad?

— Sí.

— Créeme, a algunos otros visitantes les ha parecido vertiginosamente rápida.

— Pero, tú dijiste...

— Dije que casi nadie había charlado conmigo directamente, no dije que absolutamente nadie ni mucho menos especifiqué la manera.

— ¿Jamás te detienes?

— Nunca... no puedo estar estático. Simplemente no es mi naturaleza. El tiempo debe pasar, a su ritmo, no lenta ni rápidamente, o quizá las dos a la vez.

— Entonces por que cuando... — titubeé. No estaba segura de querer que el tiempo supiera algo tan personal. Aunque, pensándolo bien, ya debía saberlo o iba a saberlo en el futuro. Ya debía saber lo que iba a preguntar porque el tiempo es absoluto para sí — no, nada.

— Porque así me percibes tú. Eso jamás lo he comprendido por completo. Nunca he sido humano, por lo tanto, jamás he tenido la oportunidad de que se me "detenga el tiempo" por el motivo por el que a muchos humanos se le detiene.

— Pero. Es que... tú... tú... ¿Tú no puedes…?

— No del modo en que tú lo haces. El Tiempo ama de modo diferente al de los humanos. El Tiempo ama pasando. Si yo no amara, no pasaría. Y si no pasara la existencia de todos los demás seres sería desdichada. No habría un mañana, ni habría una próxima noche, ni un día siguiente. Jamás llegaría el momento que los amantes esperan para encontrarse, ni llegaría el día que un bebé recién nacido iluminara con su sonrisa al mundo. No habría otro beso. Las mariposas jamás volverían a volar y las cosas se quedarían siempre igual. — la voz sonó quebrada — Y todo acabaría por que la historia se detendría y en ese instante todo caería en el abismo inmenso del olvido. No amo como aman ustedes... yo amo de modo diferente. Mis cómplices preferidos son el destino y el azar y siempre estoy junto a ellos por que sin ellos el Tiempo puede pasar, pero sería gris como la piedra fría y no cálido como la magia. Por eso... yo amo de modo diferente. Yo amo disfrutando de lo que veo, deseando jamás detenerme para que todo aquello siga y no desaparezca.

Entonces se escuchó un sollozo. Profundo, sonoro, que resonó por todo el espacio que había alrededor.

En ese momento, el Tiempo, llenando la voz hecha de tantos siglos, pasados y por venir con una extraña dulzura me preguntó:

— ¿Por qué estas llorando?

— Por que... no... no quiero...

— No quieres ¿qué?

— No quiero... que el tiempo se detenga... no quiero que todo desaparezca... el olvido es oscuro y frío... y existe sin que nada exista en él... ¡Oh no! — No pude más. Mi voz se terminó de quebrar y el llanto me inundó por completo.

De pronto sentí que algo me acariciaba el cabello. Levanté el rostro sorprendida y me quedé viendo a la inmensa oscuridad que me envolvía.

— ¿Qué...?

—Ya no llores, niña mía. Acércate.

Volví a sentir que algo me tocaba, sólo que esta vez el rostro. Algo suave y cálido.

— ¿Qué es... esto?

— ¿Has escuchado alguna vez que el tiempo vuela?

— Sí — Aquella cosa suave terminó de envolverme, sin sofocarme.

— El tiempo también tiene alas.

Sonreí un poco.

— ¿Nunca te detendrás, querido Tiempo?

— No, lo prometí al inicio de todo y no pienso romper esa promesa. Cálmate y descansa. El tiempo que tenías que estar aquí está próximo a terminar.

— ¡No! es que... pero... mira... — Los ojos se me volvieron a anegar en lágrimas.

— Tranquilízate, a fin de cuentas, siempre voy a estar allí. Duérmete. Por favor. Duerme.

Asentí suavemente con la cabeza. Me acurruqué en las alas del tiempo y lentamente, mi llanto se fue apagando a la vez que el sueño me iba llevando más y más profundamente. Muy de lejos escuché al final de todo.

"Y recuerda, pequeña, el tiempo no se detiene. Ni lo hará nunca"

Desperté acostada en mi cama, recordando cada cosa con una exactitud increíble. Me levanté y observé el amanecer desde mi ventana, disfrutando cada momento. Sonreí al recordar una promesa hecha en antiguos tiempos y me alegré: Aún me quedaba mucho tiempo.

Aunque, claro, eso depende.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Secretos nocturnos



Te observo atenta y secretamente, detengo mi mirada en el lento compás de tu pecho, escucho tu respiración profunda, suave. A veces me es imposible creer que te tengo a mi lado. En ocasiones he llegado a dudar de si lo que estoy viviendo es realidad o sólo una ilusión creada por algún pase mágico. Aunque bien pueden ser las dos cosas. Levanto mi mirada hacia tu rostro tranquilo, el sueño te ha vencido hace un rato y sin embargo, el deseo de poder ver a un ángel dormido me ha mantenido despierta, inflamando una llama en mi pecho, una llama que ha estado encendida toda la eternidad y apenas se viene a dar cuenta que está viva.
Cuando despiertes la historia será un poco distinta, sin embargo, yo disfruto de mi pequeño secreto el tiempo que sea posible, el secreto de estar a tu lado, el secreto de velar en tu sueño. Que sensación tan divina. Diría que quisiera permanecer así por siempre pero sería una mentira, tú me has enseñado tanto del amor como de la vida y he descubierto que sólo observar es una mínima parte de la idea completa. La calidez de tu piel, tan cerca de la mía, me invita, me hace querer despertarte, me hace querer besarte. Lo hago, deseando con todo mi corazón que tus ojos no se abran ante aquella caricia, no creo que sea sensato interrumpir un sueño como el tuyo, tan lleno de dulzura, tan lleno de misteriosa candidez.
Comienzo a divagar entre pensamientos que llevan tu aroma, quisiera contenerme pero es imposible, la noche y tu presencia simplemente me hechizan más. Recuerdo cada dulce palabra, el sonido de tu voz, que melodía, en mi oído. El devaneo en que me sumerge ese sonido, no sólo las palabras, el tono, la voz, tu voz. ¿Qué encanto tan potente posee que con sólo decir algunas cosas me pone a tus pies? No lo sé, y no pretendo descubrirlo nunca. Mi mente sigue paseando y pasa de pronto a tus abrazos, tan franca calidez, el contacto, el roce con tu piel es simplemente un veneno exquisito a beber. Recorro de nuevo todo hasta llegar al punto que me enloquece un poco más que el resto, tus besos. Ese roce de fuego escondido en un gesto tan simple y tan sublime, ese destello de magia pura que me entregas y te entrego, ese delirio mortal que me enciende, me mata y me revive tan rápido que es imposible de pensar. Esa locura eres tú, cada roce, cada beso, cada palabra cada ilusión mía viene encendida en una pasión ardiente que solo vos logras despertar.
Y lentamente vuelvo a la realidad, tu sueño no fue cambiado por un solo segundo de mi locura. Lentamente me acerco a ti y me acurruco a tu lado. Mañana será otro día para ver la luz de tus ojos y descubrir, de nuevo, que te amo.

jueves, 11 de febrero de 2010

La luz del silencio


En la luz la vida, en la vida el alma, en el alma el misterio, en el misterio el silencio.


Dentro de cada persona existe todo un universo. Y en ese universo hay parajes tan increíbles que van desde la galaxia más hermosa hasta lo más profundo de una semilla. Siempre que queramos podemos visitar ese espacio, que es exclusivo de nosotros, que nos pertenece totalmente y encontrarnos con cualquier cosa que deseemos. Podemos, si hace falta crear chispas de colores de la nada o inclusive, en esos momentos de deliciosa soledad, imaginarnos a la persona detrás del espejo, conversar con nosotros mismos.


Y sin embargo, dentro de todos estos extraños mundos existe uno aún más extraño, cuya belleza es difícil de comprender y analizar, solo comparable consigo misma. Dentro de todos nosotros existe un pequeño lugar oscuro y callado, de donde salen las grandes ideas. Un lugar que parece demasiado negro a simple vista, pero después de estar un rato en él, después de relajarnos y pensar, de estar con nosotros mismos, nos damos cuenta de que no es tan terrible. Nos damos cuenta de que desde la oscuridad comienza a surgir una luz, la luz del silencio.